martes, 21 de agosto de 2012

Paja industrial, ojos lubricados.

Aquí me encuentro un día más de mi vida, con una paja, una vagancia, inexplicable. Pero con ánimos, sí, con ánimos. Y nótese (les cuento porque no me pueden ver) que en estos momentos, aunque digo esto, estoy con la garganta acumulando un llanto que se podría vender por kilo. Estoy decidiendo ser feliz (sí, lo estoy diciendo como si estuviera eligiendo un laburo, pero ser feliz también es una decisión). Estoy decidiendo ser feliz aún a pesar de lo que me pasa, de la gente que huye de mi vida, de la gente por la cual corro para que se quede, de la gente que me sonríe, y la gente que me ignora.
Ya está. Debo labrar mi felicidad a partir de mi mismo, a partir de mi propio consentimiento por ser feliz. Aunque a la vez, para mí, esto, en cierta manera, va en contra de la naturaleza humana. El humano es un ser social, por tanto, en cierta manera debe y se ve afectado por las demás personas que lo circundan: pero bueno, se entiende que no seré un ser indiferente al mundo, simplemente tratare de ser mi propio motor de felicidad para rehabilitarme (ponele) emocionalmente. Es un experimento, bah.

Aclaración: Si no entendieron nada de lo que dije antes, me la soba. Sólo escribo con intención de que sea catártico, no de que sea leído.

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Me voy a bañar, y luego iré a la escuela. Sí, no sé cómo remontaré esta garganta bloqueada por el llanto, y mi cara de dormido.

Hoy tengo matemática. Really, God? Is it necessary? Really?

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