martes, 24 de septiembre de 2013

Experimental expomental

Deseos de un actor que experimenta. Deseos de un actor para con un espectador. 

Quiero involucrarte, absorverte, mimarte, molestarte, besarte, tocarte, moverte, irritarte, observarte, obsesionarte. Quiero mover las fibras intactas de tu pasiva postura, quiero mover los cabellos estáticos sobre tu cabeza, quiero hacerte girar la cabeza hasta que te ponga nervioso el no poder verme, quiero hacerte pensar como va a seguir la obra, quiero hacerte sentir que puedo estar encima, abajo, al costado tuyo.
Que esos ojos posicionados horizontalmente sobre la línea de tu cráneo, giren y sigan tu cabeza al moverse, sin parar, en ningún momento, para que seas el más activo de los espectadores activos. Que esos pelos de tus brazos se ericen para darte cuenta que estoy, para que te des cuenta que estás.
No seas ni burgués, ni cómodo, ni pesado. No seas ambiguo, ni distraído, ni esquivo. No seas por todas las cosas un calefactor corporal para el espacio, sino que la energía que irradies sea una calefacción motivacional, vocacional, experimental.
Atrévete al experimento, al sueño, a la culminación del arte por entre medio de los cuerpos. Atrévete a probar otros cuerpos, oler otros cuerpos, tocar otros cuerpos.

Olvídate de lo establecido, de lo acordado, y de lo aceptado; porque todo eso, no son más que límites para la experimentación, no son más que límites para ti mismo.  

jueves, 5 de septiembre de 2013

Soledad

Y las casas altas rodean las libertades de unos pocos transeúntes. Me incluyo en ellos. En los transeúntes, claramente. He querido ser una casa alta, pero la oligarquía me dijo que olía un poco mal. Aún entre los de mi grupo me siento extraño, porque yo camino con los pies cruzados. Me sale así. Qué voy a hacer. 

Me meto en negocios de libros, en esos que dicen “tres libros por quince pesos”. Los miro. Los miro como siempre, sabiendo que sólo encontraré una cierta variedad de tomos del National Geographic, o libros de la infancia de algún buen señor.

¿Y si ponen negocios de pesca? No me interesan, pero yo entraría por el simple hecho de parecer que busco algo. Me gusta entrar a un negocio y preguntar por algo que no voy a usar. “Buen día, ¿tiene una caña de cinco milímetros?”, sería maravilloso, aún cuando estoy en contra de la pesca. La gente ya no valora los pequeños detalles, los rituales, como el de entrar a un comercio y preguntar por algo.

Sigo mi rumbo, luego de mis miradas furtivas por libros inútiles, y pensamientos aún menos constructivos. Por las calles del centro uno siente que todo está bien, que todo es posible. La soledad empieza en cuanto uno abre la puerta de su casa. En el primer instante en que uno gira la llave. Ese sentimiento de angustia mezclado con recuerdos añejos de un pasado triste. Se desvanece o se acentúa a los primeros sorbos de un té que uno compró porque pensó que sería bueno para la memoria, o para bajar de peso. Esos té de marcas conocidas por veganos o por gente adicta a las herboristerías. Los que están hechos de ginseng parecen bastante bonitos. Sus cajas son verdes, y con siglas coreanas que la rodean por todas partes. Me los compro pensando que después de beber un poco, sentiré que el mundo se aliviana a mis espaldas, que todos esos sentimientos que se producen al girar la llave se van a atenuar, como una tempera mojada con agua. No sucede, y me pongo a llorar. ¿Pero qué importa? Beber el té con unas lágrimas en los ojos sólo le agregan al cuadro un poco de emoción, y ese glamour que qué-sé-yo de las películas. Aquellas que uno ve un domingo a la noche, con frazada, chocolates, y falsas expectativas de una buena velada solitaria y vespertina. Me duermo haciendo eso.

Despierto en un mundo donde el ciclo vuelve a fundirse en un mismo punto. El viaje al centro en tranvía, el cigarro que prendí al salir de la estación, el libro que hojeo siempre en la misma biblioteca callejera, y los negocios… los negocios que guarden dentro de sí, con una mirada muy íntima hacia mí, todos esos rituales de preguntas, y miradas desafortunadas a ofertas vacías.

jueves, 21 de marzo de 2013

Luego de la oscuridad

"(...)En la playa, un poco más allá, encontraréis tres grandes rocas redondas. Empujadlas hasta donde queráis. Y allí donde os detengáis será donde viviréis. Cuanto más arriba subáis, tanto más lejos alcanzaréis a ver el mundo. Decidid vosotros hasta dónde queréis llegar.(...)"


martes, 19 de febrero de 2013

gato puerta

Yo, ahora mismo, estoy sentando en el borde de este balcón. Sabes que me dan mucho miedo las alturas. Pero estoy acá para verte. ¡Ah! Ahí te veo un poco.

Estoy casi por caerme del edificio, pero te puedo ver. Vos, como siempre, me saludas, y me ofreces tomar unos mates - no te das cuenta que estoy por caerme siempre que te saludo por el balcón. Muy tímidamente te digo que no, que no puedo, que se me escapa el gato cuando abro la puerta. Te reís. Río también, pero de una forma mucho más tonta, inexperimentada, y melancólica.

Prendés un pucho y me decís que después hablamos, que te llama tu hermano por teléfono - para saber cómo anda, debe ser; se mudo hace poco al departamento. Te saludo de la forma más cariñosa que puedo, tratando de no tirarme hacia un viaje directo al pavimento.

Le rezo a todos los santos que me enseñaron en la primaria y en la catequesis, y trato de pararme normalmente otra vez. Voy con mi gato. Lo miro. Lo miro y le digo que si no se escapara cuando abro la puerta, podría ser feliz.

martes, 12 de febrero de 2013

"Gente necesaria" de Hamlet Lima Quintana

Hay gente que con solo decir una palabra
enciende la ilusión y los rosales,
que con sólo sonreír entre los ojos
nos invita a viajar por otras zonas,
nos hace recorrer toda la magia.

Hay gente,que con solo dar la mano
rompe la soledad, pone la mesa,
sirve el puchero, coloca las guirnaldas.
Que con solo empuñar una guitarra
hace una sinfonía de entrecasa.

Hay gente que con solo abrir la boca
llega hasta todos los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños,
hace cantar el vino en las tinajas
y se queda después, como si nada.

Y uno se va de novio con la vida
desterrando una muerte solitaria,
pues sabe, que a la vuelta de la esquina,
hay gente que es así, tan necesaria.

Se lo dedico a toda esa gente que me es necesaria.