martes, 23 de abril de 2019

Notre Dame

Tengo la catedral de Notre Dame (tuve) prendida fuego en mi pecho. Así sentí mi semana (la siento). Un peso muerto (está muy vivo) que me llena los ojos de lágrimas, la boca de suspiros, y la nariz de mocos.

Algo de mí avanzó (avanza) y yo nunca lo abracé (abrazame). Dejé huerfano el casillero que conquisté jugando a las damas chinas (ya no quiero jugar). Se llenó de polvo, pero mi contrincante sigue mirándome, esperando el próximo movimiento (a veces lo veo enfurecerse). 

-¿No leíste las reglas? - me pregunta ya desesperado mi adversario.

-Hubo un incendio. Se quemó el manual - le respondí pesadamente.

-Improvisá. El juego no va a terminar.


Así que agarré el lapiz de labio y empecé a escribir en los espejos de la casa (veo mi reflejo). Besaba mis escritos, para maquillar mis labios (me quedaba bien). Y le coquetié a mi reflejo. Que avanzó para abrazarme. Para decirme que está muy vivo. Me dice que me ve enfurecer. Le digo que fueron sentimientos que tuve. Le digo que lo siento mucho, pero el juego no va a terminar. Jugar me queda bien.