martes, 27 de noviembre de 2012

sueño (o no) (oh no) (oooooh, ¡no!)

No entiendo qué pasó. Antes había pasto acá. Por allá siempre corría la hija de la señora Rotemberg, esa del 4ºB. Dalia, la hermanita, siempre tiraba huevos a esa esquina. El señor del kiosco siempre se enojaba con ella. ¿Te acordas? No entiendo qué pasó. ¿Cómo que salió en las noticias? ¡Pero si sabes que no miro el noticiero! ¿Por qué no me contaste de nada de esto? ¿Cómo que querías cuidarme? ¡Pero si estoy mucho peor ahora!
No encuentro el sube y baja. No encuentro el bebedero, el pasto, el pasto, las sombras de la gente. Todo. ¿Dónde está todo? ¿Te lo llevaste vos? Decime que lo tenes vos Si lo tenes vos, está todo bien, porque yo confío en vos. Yo sé que lo vas a devolver, que lo hiciste sólo para molestarme. Lo tenes vos. Decime que es así. ¿Cómo que se lo llevaron? ¿Quién se lo llevó? ¡Yo y mi puta convicción de no ver el noticiero! ¿Quién lo tiene?
No. No me importa quién lo tiene. ¿Qué estoy diciendo? Es todo un sueño. Ahora voy a irme a dormir al sillón, despertaré, y estarán de vuelta todas las hamacas y calesitas. Vení. Vamos a dormir juntos. Abrazame, como aquellas noches de pasión en las que caímos por el alcohol y nos alivió la pesadumbre del beso solitario que encontraba una compañía. Vení. Vení. ¿Ahora somos todos timidos? Por favor. Vení.
A la cuenta de tres, cerramos ambos los ojos, y los abriremos ante un nuevo mundo. Un mundo con hamacas, calesitas, payasos dándonos sonrisas (y no folletos para verlos por 50 pesos en Paseo La Plaza), y gente disfrazada (de gente).
¡Ey! ¡Te dije que durmieras! ¿Por qué lloras? No llores. Nos amamos. Estamos durmiendo abrazados (porque en realidad, es un sueño, ya estamos durmiendo), ¿qué te pasa? Dale. Despertemos de este sueño durmiendo a la inversa. Dale. No entiendo tus lágrimas. ¿Es porque no veo el noticiero? Lo empiezo a ver por vos, amor. Sólo no me hagas ver el de las corporaciones amarillistas, ni los del estado. Soy feliz con un uno que sólo me diga cómo está el tráfico y el clima.
¿Por qué lloras? Me vas a hacer llorar... No sólo no veo más la plaza y los niños, sino que tampoco veo la sonrisa que me enamoró en ese entonces, allá por los pagos lluviosos del mes de Abril. ¿Qué pasa? ¿Cómo que se llevaron todo y esto no es un sueño?
Sea un sueño o no, yo quiero dormir. No quiero ver más esta escena.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Esquina, esquina

Me he cansado de esperarte en la esquina de la avenida todas las mañanas. Me cansé. Lo decidí esta mañana al despertar. Me desperté, justamente, para ir a verte. "Ya me cansé", dije, y me di vuelta dentro de la cama.
Seguro que pasaste por ahí, como todas las mañanas. No te pude ver. Es una lástima - sabes bien que me gusta ir a verte. Pero no podía. Mis ánimos no me lo permitían. Te vi. Te vi la otra vez con él. Que sean felices, en serio te digo,. Vos sabes que quiero lo mejor para vos. Ey, no pasa nada. Sabes que no me gusta reclamarte nada.
A la tarde salí a la calle a fumar un pucho. Estaba medio nublado, y el viento me pegaba en la cara. Tendrías que haber estado conmigo. Ese viento, esa brisa, ese mar de recuerdos que chocaba contra mí, contra mis ojos. Esa incontinencia del grito, ese sollozo que guardo en mi garganta. Ella guarece todas mis verdades, mis mentiras, y todas las puteadas que nunca me atreví a decirte.
El pucho se apagó rápido. Más bien, se consumió. Quedé mirando un árbol de jacarandá, al cual le tomé cariño por una profesora de la secundaria. A ella le gustaban. Sí, ya sé que no te importa, nunca te importó nada de lo que te dije.
Me cansé. Me cansé de levantarme todas las mañanas para verte pasar por la vereda de en frente, siempre con esa campera de jean verde, y esos anteojos negros finos. Ya no sé como perder la mirada para que no me percibas - como si lo hicieras, de alguna manera.
La incoherencia de estos hechos, mi mal habla en la cama, mis palpitaciones en esa esquina, la cerveza, la cerveza, mi vieja me llama todas las mañanas, te espero, me canso, la esquina, las canciones que te gustaban, la lista de reproducción que te armé, el pucho que compartimos, la calle, la calle y el viento.
¿Qué? No, ya no te voy a esperar más.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

mini relato II

Elvira no me da bola. Le dije. Le comenté que lo que yo sentía por ella era algo tremendo. Se rió. Me dijo que no entendía de qué carajo le hablaba. Ella siempre fue muy fría para esas cosas. Con ella, el cariño, va a parar a sus tetas. Lugar desconocido hasta para el ex-marido. Porque no sólo es fría, es frígida la muy hija de su madre.
Después, viste, Carlitos, está re mal. Le dijo a la carnicera que le goteaba la caldera - esa es su forma de decirle que está enamorado de ella -. ¿Sabés que le contestó? ¡Bueno, hombre, y qué me cuenta, dígale al plomero! Una desvergonzada, cuchame.
De Manolo ni te cuento. Está hasta internado me parece. El mal de amores viene en pandemia. Viene en pandemia, y jodida.
Ah, ¿qué te cansaste de escucharme?
Pero la pucha, ni yo me salvo.

mini relato I

Porque sin mi guía T me pierdo. La llevo a todos lados. A veces en la mochila (esa de tela de muchos colores). A veces en el bolsillo de mi campera negra grande. A veces en mi mano, esperando el momento oportuno de abrir la página correcta.
Sin mi guía T me pierdo un poco. La tengo para algo, viste. ¡Ay! ¡Cuando no la encuentro! Es un horror.
Pero me están cagando. Porque la sigo teniendo, está acá, al lado mío. Y yo estoy perdido. Estoy perdido y no sé por qué. No tengo a quién preguntarle por la avenida. Ya les pregunté. Me ignoraron. Me dijeron "Y, fijate en los carteles, pibe". No entendí. Esas contestaciones me ponen peor.
Pero a mí me están cagando, eh. A mi eso no me lo sacan de la cabeza. Yo la tengo acá al lado, mira, te la muestro y todo; y yo, yo estoy perdido.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Última semana.


Última semana de clases normales antes de los parciales.
Última semana de de clases normales de secundaria.
Última semana de usar las computadoras de la sala de informática.
Última semana para tratar de hacer de cuenta que entiendo matemática.
Última semana de estar sentado en un banco con mi uniforme blanco, azul, y con una crucecita en el pecho.
Última semana de catolicismo institucional obligado e impuesto.
Última semana de para estar con mis compañeros como eso... como compañeros.
Última semana de sonrisas escolares.
Última semana de profesores que conocí durante 5 años.
Última semana para conocer a aquellos que tanto quiero.
Última semana de locuras.
Última semana de colegio a la tarde. De despertarme a una hora distinta cada dia dependiendo que debo hacer.
Última semana de ver gente a la que odio.
Última semana de ver gente a la que amo.
Última semana de escuela secundaria.
Última semana de escuela.
Última semana.

La verdad que uno se lo pone a pensar, y es loquísimo
Uno cree que este momento nunca llega. Que este momento es tan lejano como el llegar a Marte en bondi.
Uno cree que está cómodo en su lugarcito, cuando de repente te mueven de él. Te apartan, te empujan, te dan una patadita. Esa patadita suele, pero sabes que es para avanzar: a algún lado te va a llevar.
Uno empieza a tomar las riendas de su vida (un poquito más que antes, digamos). Uno empieza a cambiar. Uno empieza a... ¿a qué empieza uno? No sé. Sólo sé que empiezo algo, y estoy ansioso de que suceda... pero a la vez me shockea caer en que es mi última semana de clases.
Ahora se vienen los parciales. Después de esas dos semanas, o tres (si me llevo algo), ya está... sea como sea, apruebe o no todo, la secundaria terminó.
Ya sé. Es re cursi todo esto. Parezco un pelotudo. Pero es un momento único, y me da picardía dejar de escribir, porque después de que termine, no se bien que haré luego.
¡Venga, última semana! ¡Con usted quiero terminar bien!














domingo, 4 de noviembre de 2012

yayeyiYOyu


No cai del cielo, ni puedo estar mucho sentado en la tierra. Se me vence la espalda. Se me suben las hormigas. A veces, me insolo.
A veces miro demasiado a los ojos. A veces trato de ver al otro, más de lo que se lo puede ver.
Me gusta leer cuentos largos, novelas medianas, y ensayos cortos. Me gusta escribir cuentos cortos,  ensayos largos, y novelas no me salen.
Por lo general, no me entiendo. Me confunde la vida. Me confunden los sentimientos, me confunde el aire que respiro. Aún así, me gusta pensar que algún día lo lograré.
Soy muy torpe, muy despistado, e incluso olvido cosas importantísimas. La gente ya me conoce por esto. No me disgusta, por lo menos me conocen un poco -y lo recuerdan.
Me gusta tomar. Me gusta jugar. Me gusta hablar. Me escuchar. Me gusta caminar (me encanta). Me gusta actuar (lo amo). Me gusta moverme (en cantidad). Me gusta descansar (muchas horas) Me gusta bailar (ridiculamente). Me gusta abrazar (más que nada en el mundo). Me gusta leer (no sabes cómo). Me gusta salir (al parque más que nada).
Me gusta escribir. Sobre mi, sobre vos, sobre todos.