sábado, 20 de octubre de 2012

Carolina (Cuento)

Carolina fue dibujada para orientación vocacional. El autor asegura que ella tiene 20 años, que vive en el barrio de la Boca, y que no es muy alta.
A todas las preguntas que le hacen, sólo le gusta responder con un sí o con un no-es por fetiche, en verdad le encanta hablar-. A pesar de eso, si se le habla del clima, adora explayarse en el tema. No se sabe bien porqué.
A ella le gusta mucho bailar, pero sólo baila tango a las 2a.m, Martes y Jueves. Le gusta mucho la murga, pero la falta la ropa necesaria para ello.
No tiene celular, cree que la radio todavía es uno de los inventos más novedosos, y su novio vive en San Juan. No tiene posesiones importantes, pero conserva una colección de lapiceras Bic, superfinas, del año 1999.
No habla inglés, pero aprendió lituano como auto-didacta. No compra tazas para el café, lo toma en vaso. No compra vasos para la bebida, la toma en tazas. No compra copas para el vino, lo toma en cartón.
Cree que los vicios hacen a la personalidad de la persona: no tiene vicios importantes, piensa auto-diagnosticarse baja autoestima en una semana y tres días.
Sueña con viajar a Egipto. Dice que las pirámides le inspiran paz, cosa que no hace el agua, el yoga, o la meditación. Nunca defendió el budismo porque siempre creyó que debía raparse para poder ser una devota del mismo. Nunca le gustó la gente rapada.
A veces piensa que su nombre, Carolina, está tan dibujado como ella. A veces piensa. Sí. Eso. A veces, hace eso.

(Flasheada que se me ocurrió durante un encuentro de orientación vocacional, y me divirtió mucho. Eso, más que nada eso.)

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