¿Te
crees importante, Josefina? Mirá, yo entiendo que vos tenes que
ocuparte de un caso en este momento. Pero en estos tiempos
pandémicos, encuarentenados, distorsionados, también tenemos que
comer. Yo sé que nos metió el trabajo, el estudio y la familia en
la casa. Puedo ver hasta el último apunte que te circula por la
cabeza. Puedo ver hasta el ultimo sello notarial dándote vueltas en
la mano. Puedo ver la pelea de ayer con tu novio en la boca. Pero
ahora: tenemos que comer.
Si
fuera por mí pediría comida a domicilio. ¿Pero vos me entendés
que se me hace un nudo moral en el pecho? Porque más que propina, no
sé, hay que darles un sueldo y una prepaga. Que ni yo tengo. Y que
si me tuviera que casar con un amigo para tener una lo más que llego
es a OSECAC. Que tiene 2 millones de afiliados. Siempre te dicen eso
en la grabación. ¿Cómo atienden 2 millones y encima en una
pandemia? No sé, Josefina, me hacés meter en temas de bioética,
deontología y cosas que no sé. Así que no lo único que nos queda
es cocinar. Porque sino vamos a tener las defensas bajas. Y a la
calle no podemos salir, porque si las defensas bajan… Deben bajar
hasta ahí, ¿no? Y ahi es donde ellas se contagian, ¿no?
Me
ponés la cabeza como un laberinto. Yo lo único que te quería pedir
es que me ayudes con la cocina. Si querés meté tu caso en la olla y
lo cocinamos. Lo firmamos todos y lo sellamos a la plancha.
El
tema es que vos pensás que te boludeo. O que soy un cabrón. Pero
soy sólo un muchacho con una cuchara de madera en la mano y
condimentos en la otra. Capaz se me metió la pimienta por los poros
y quedé picante. No picante tipo sexting, sino picante de
malhumorado, ni esa recomendación del Gobierno quise seguir. Así
que, por favor, sabe entender la situación, y ayudame a cocinar.
No
sé. Te veo negada a tus necesidades básicas, Jose. Cuando vas al
baño siento que queda olor a amparos, fallos y juicios. Pero, ¿sabes
qué? Voy a aplicar el principio de presunción. Voy a pensar que no
lo haces de mala. No, en serio. En serio. Sinceramente, voy a pensar
que lo que hacés, es porque se te quedó pegada una lapicera a los
ojos y un papel a la mano. Que lo hacés porque es tu trabajo, y
bueno, tan solo eso. Es tu trabajo. ¿O es por coacción? Decime que
no. Perdón, me pongo un poco paranoico.
Josefina.
Perdón. Se me quemó todo mientras te respondía.
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