domingo, 10 de junio de 2012

Le teardrop.

La historia se repite. Se repite una y otra vez. Salen mis lágrimas sin rumbo, y sin rumbo las dejo ir. Me reclaman una explicación, una justificación, una excusa. Se las doy. Les doy una explicación. Eso sólo hace que broten más, y más lágrimas.
Llegan a destino, aparentemente. Digo, llego a esa conclusión, porque en un momento paran. Paran en el momento en que llego al máximo de mi tristeza. No continúan. No siguen. Me dejan ahí, tirado, con lágrimas en la cara, y explicando mi tristeza.

Más allá de mi terrible tristeza, les quiero decir, dulces e inexistentes lectores, que estos días no han sido tan malos. Pero la soledad, y el repiqueteo constante de "tenes que hacer cosas para la escuela" en mi cabeza, me matan de a poco. Ya no sé qué pretende este año de mí (o qué pretendo yo de él, a este punto).
Para felicidad mía, mañana me voy de retiro con mi escuela. Va a ser un montón de charlas pseudo-filosóficas y con divinidades de por medio, as always, y la verdad no me encuentro de ánimos para ellas. Pero, PERO, por lo menos son dos días de relax total, y con mis compañeros de clase. Capaz, y quién te dice, vuelvo re bien y pipí-cucú.

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